Los mejores países no europeos para disfrutar de la gastronomía y el vino

Los aventureros culinarios europeos y los amantes del vino se verán recompensados si exploran más allá de su propio continente. Los siguientes cinco países no sólo ofrecen una estimulante gama de alimentos para todos los paladares, sino que también producen algunas de las mejores variedades de vinos de sus respectivos continentes.

EE.UU.

Piensa más allá de las franquicias multinacionales de comida rápida asociadas a los Estados Unidos y, en cambio, adopta el localismo. Diríjase a Boston para tomar un tazón de su cálida sopa de almejas y, a continuación, cruce la frontera del estado para degustar un sándwich de filete con queso de Filadelfia. Visite Nueva York y Chicago y decida usted mismo si es un purista de las pizzas finas o de las profundas. En los estados del suroeste la influencia latina picante es potente. Tómese un tiempo para investigar los mejores camiones de tacos y taquerías de Los Ángeles. El desayuno en Estados Unidos puede suponer una vertiginosa variedad de opciones. Si todo es demasiado, opta por una humilde porción de tarta de manzana o de cereza. Para el vino, todo gira en torno a California. El Valle de Napa debería estar en la lista de cualquier amante del vino. Para los tintos, dirígete al valle de Sonoma. Los viñedos de Los Carneros están a poca distancia de San Francisco y son muy conocidos por sus chardonnays.

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Sudáfrica

La cocina sudafricana, carnosa, abundante y sana, toma su influencia de países tan diversos como Francia, Holanda, India y Malasia. Las barbacoas -o simplemente «braai»- son populares, no sólo por la suculenta carne asada, sino por el sentido de inclusión comunitaria que representan. El tema de la carne continúa con los Vetoek, mini sándwiches de carne picada que utilizan masa frita en lugar de pan normal. Son un elemento básico de la comida callejera en Sudáfrica. La influencia holandesa está quizás mejor representada por el estilo de guiso Potjiekos: una pequeña olla de hierro fundido llena de carnes y verduras se cocina a fuego lento al aire libre sobre una hoguera de leña. Otro estilo de guiso, esta vez de Malasia, es el Bredie. Es rico en especias orientales y utiliza cordero como ingrediente principal. A los trabajadores indios se les atribuye la invención del Durban Bunny Chow, una barra de pan hueca rellena de diversos currys. Como su nombre indica, en Durban se encuentra la versión más auténtica. Groenekloof, en la costa suroeste de Sudáfrica, es famosa por sus vinos Sauvignon Blanc. ¿En Ciudad del Cabo? Diríjase al norte, a Swartland, y pruebe la variedad de vino Shiraz/Syrah. Walker Bay, también cerca de Ciudad del Cabo, es conocida por sus Chardonnays y Pinot Noirs.

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Australia

La cocina australiana es una mezcla embriagadora de «bush tucker» aborigen y de influencias externas. Se consumen las carnes del canguro nativo y del emú; el primero se asa ligeramente en forma de filete, el segundo es mejor ahumarlo y servirlo frío. La larva de Witchetty es una larva con sabor a nuez que se come cruda o ligeramente asada; no es necesariamente atractiva para los europeos aprensivos, pero se considera deliciosa y saludable. En cuanto a las verduras, las hojas de Warrigal se escaldan y se utilizan de forma similar a las hojas de espinaca. La singular biosfera de Australia ofrece una gran variedad de frutas autóctonas; pruebe las ciruelas de Kakadu (¡contienen 50 veces más vitamina C que una naranja!), las bayas de la nieve de Tasmania y los quandongs secos, por nombrar sólo tres. Dada su ubicación, no es de extrañar que los australianos hayan adoptado plenamente la cocina de sus vecinos del lejano oriente; los platos tailandeses, malayos y singapurenses son muy populares. Fuera de lo exótico, el humilde pastel de carne de un bocado es un favorito cotidiano de los australianos, una simple mezcla de carne, puré de patatas y salsa envuelta en masa. Aunque Australia Occidental domina las mezclas de Burdeos, el sur y el este del país -en particular Nueva Gales del Sur y Queensland- son los mayores productores. El clima más fresco de Victoria, por su parte, da lugar a excelentes Chardonnays.

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Argentina

Paraíso de los carnívoros, la cocina argentina se centra en la carne y los lácteos de alta calidad que produce, sobre todo el asado, una técnica asociada originalmente a la legendaria población de vaqueros del país. El método tradicional consiste en ensartar grandes trozos de carne de vacuno en un espetón e inclinarlo sobre el fuego para asarlo. En la Patagonia, el cordero es uno de los favoritos, también asado al fuego. Donde hay carne de vacuno suele haber productos lácteos: Argentina produce excepcionales leches dulces – «dulce de leche»- y helados. Por supuesto, dada la historia del país, la influencia europea está siempre presente. Las empanadas han llegado desde España y vienen en una variedad de opciones saladas y dulces. La diáspora italiana también ha tenido una influencia sustancial en la gastronomía argentina. En cuanto al vino, la variedad Malbec es la más conocida en Argentina. La región de Mendoza es una visita obligada para los amantes del vino. Las soleadas laderas y valles de La Rioja también dan lugar a una excelente gama de vinos blancos.

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Chile

Con una huella geográfica tan extensa, no es de extrañar que los chilenos disfruten de una variada gama culinaria, tanto autóctona, en forma de cocina cultural mapuche, como importada. Las alubias y las patatas están muy presentes en las sopas y cazuelas. En el sur del país, en particular en la región de Los Lagos, este último se utiliza para hacer un abundante pan, los «milcaos», que a su vez acompaña al Curanto, una sopa de mariscos y carne también popular en las regiones del sur. Las empanadas vienen con varios rellenos, pero la más popular es la variedad De Pino, hecha con carne de vaca, huevos, pasas y aceitunas. Este método de preparación de la carne de vacuno de Pino también aparece en el favorito nacional, el Pastel de Choclo, una sabrosa tarta de carne de vacuno, huevos, cebolla y pimiento rojo envuelta en una capa de pasta de maíz. No es de extrañar que, con 4.000 kilómetros de costa, en Chile también se consuma una gran variedad de productos del mar. Para los vinos, diríjase a la región de los valles centrales del país, más concretamente a los valles del Maipo, Colchagua y Maule, donde se elaboran la mayoría de los vinos chilenos. No deje de probar los vinos tintos de la variedad Carménère, una uva casi única en Chile al haberse extinguido en Europa.

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Ahí tiene, cinco países cuya oferta gastronómica es tan rica como sus variedades de vino. Reserve un vuelo, planifique una ruta y dé a sus papilas gustativas las vacaciones que se merecen.